«La comida de los recuerdos»: duelo y comida en un ambiente japonés

Reseñas

23 ago.

Un autor japonés inédito que se apunta a la literatura más cozy

Desde hace varios años tengo la teoría de que existe una relación estrecha entre el duelo y la comida de confort, al menos en lo que se refiere al continente asiático. Prueba de ello son libros como Lágrimas en H Mart o Kitchen. Por eso no me sorprende que de vez en cuando nos lleguen libros como estos, o como La comida de los recuerdos.

La sinopsis nos recuerda a Antes de que se enfríe un café: Kotoko, una joven que ha perdido a su hermano, hace un viaje en tren de hora y media para llegar a un restaurante concreto: el Chibineko. Ha escuchado que ahí sirven un kagezen —esa comida servida en funerales o para honrar a los difuntos—, pero que tiene algo de especial: esta comida es capaz de detener el tiempo y hacer que te reúnas durante un breve periodo de tiempo con un ser querido.

La vida se trata de despedidas. No importa cuánto aprecies a alguien, que siempre llegará el momento de decirle adiós.

Pensé que con este tipo de frases el libro sería más profundo y oscuro. No obstante, ocurre lo contrario. Nos encontramos ante una obra ligera y dulce, ideal para las tardes de otoño en las que tenemos ganas de estar en el sofá con una manta y un té. Y aunque no deje un poso demasiado marcado, sí que existe cierta aura de nostalgia que lo envuelve todo en esta obra.

Cuando nos encontramos en un periodo de duelo no podemos evitar recordar todo tipo de momentos: los favoritos de esa persona, la ropa, el olor, el tono de su voz. Al principio de la obra tenemos a una Kotoko devastada por la pérdida de su hermano. Llena de culpa y angustia, decide acudir al restaurante por recomendación de un amigo. A partir de ahí, todo cambia para ella. Pero como lectores no somos testigos de ese viaje de curación, sino que pasan a algún que otro personaje que tiene la misma experiencia que ella en el Chibineko.

Sin duda es un libro tierno, sobre todo por alguno de sus personajes. Le hubiera añadido un par de capas de profundidad más, porque tiene frases que son tan potentes que se merecen que se desarrollen un poco más:

El paso del tiempo es cruel y lo convierte todo en pasado; pero también hay heridas que solo se curan con el tiempo.

*La comida de los recuerdos*
Traducido por Vanesa Robles

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Cada duelo es distinto y nadie nos puede exigir estar bien en un determinado periodo de tiempo. Es más, de eso se trata: de que habrá días en los que te sientes bien, que estás tan ocupada que sigues adelante, otros días en los que solo quieres echarte en la cama y llorar y otros en los que quieres que alguien te escuche hablar de anécdotas sobre la persona que has perdido. No hay una forma correcta de superar el duelo, y en este libro tenemos cuatro personajes que se enfrentan a ello: la propia Kotoko, un niño de poco más de diez años, un anciano en sus últimos días, y el propio chef del restaurante.

Por eso me resulta tan curioso este libro, porque el regusto que deja es agridulce, y lo digo en un buen sentido. Es un libro sencillo, que tiene un poco de feelgood, pero que también habla de amores perdidos, arrepentimientos y de cómo vivir para luego no sufrir ese cruel paso del tiempo.

Y por supuesto, de comida.

Quien me conoce sabe que a mí me encanta ver cómo la comida se integra, como un personaje más, en este tipo de libros. En ese sentido, vamos aprendiendo a través de los platos que se van preparando en el restaurante, todos hechos con productos de la prefectura de Chiba, una región costera con gaviotas y olor a sal. Además incluye la receta. No sé si es útil, pero sin duda te entran ganas de llevarte el libro a la cocina.

Leerlo…

→ Si te gustó Los misterios de la taberna Kamogawa, y/o Antes de que se enfríe el café

→ Si quieres un libro que se lea rápido, para una tarde cualquiera.

Todos deseaban que esos momentos de felicidad durasen para siempre, pero es imposible. La vida es finita.

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