«El salón de Pachinko», de Elisa Shua Dusapin: el (des)entendimiento intergeneracional

 

La forma que tiene de narrar Dusapin me apasiona. En ocasiones anteriores no me llegaba a enamorar la historia —me pasó con Un inverno en Sockcho—, pero quien me conozca, sabrá que las historias de una familia migrante me apasionan.

No todas las historias son como la de mi familia, pero siempre es de agradecer encontrar similitudes. Por eso intento leer todo lo que pueda de autoras asiático-descendientes.

La literatura de la diáspora asiática me alimenta y me hace sentir satisfecha, acompañada, y con esperanza.

En esta ocasión, Dusapin centra su historia en Claire, una mujer joven que va a Japón a pasar el verano con sus abuelos. Su relación es complicada: ella nació en Suiza, mientras que sus abuelos nacieron en Corea, cuando aún no existía una división entre el norte y el sur. El propósito del viaje es acompañarlos a visitar Corea. Sin embargo, todo es complicado. Ella habla bien japonés, pero apenas chapurrea el coreano.

Vive en una habitación ubicada en el sótano de sus abuelos, donde el único contacto con el mundo son los pies de las personas que pasan por la noche, iluminadas por el salón de pachinko de su abuelo. Para pasar esos meses, tutoriza a una niña japonesa cuya madre quiere que aprenda francés. Tardan poco en darse cuenta que es más divertido pasar el rato juntas y hablar sobre la vida.

La historia es sencilla, pero donde reside lo verdaderamente complejo es en los detalles: en las expresiones de su abuela, en las atenciones de la niña, en las palabras que no llegan a salir de la boca de Claire.

Entre esos detalles, nos damos cuenta de todos los problemas que existen y que no forman parte de la cotidianidad de la lectora promedio: el dilema de volver al país en el que naciste, pero que ya no existe. La conexión rota entre diferentes generaciones. La barrera idiomática que a veces se consigue traspasar gracias al cariño y al amor. La necesidad de seguir conectada a la familia.

Así, Claire pasa su verano: entre excursiones, pensamientos, resfriados y las luces del pachinko. Su prosa delicada te acaricia, y deja un rastro que se queda en ti durante un tiempo: como el perfume de una madre que se acaba de ir de casa.


 

Ficha técnica

El salón de pachinko, de Elisa Shua Dusapin. Traducido por Andrea Daga
📗 Automática Editorial (2023)

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