«Territorio de luz»: la atemporalidad de la maternidad

 
 

La luz es el elemento invisible que otorga calidez a nuestros recuerdos.

Cuando evocamos algún recuerdo feliz, la imagen se tiñe de esa tonalidad dorada y cálida, como si todo estuviera iluminado por el sol de verano.

Pero la luz no es solo decisiva para nuestros recuerdos, sino que también nos sirve como baremo para medir nuestro humor, para comprobar el valor de un inmueble o la belleza de un paisaje. Y en este caso, en el de «Territorio de luz», la luz es un personaje más: invisible y envolvente, con una presencia permanente.

También es el hilo conductor a través de los capítulos que conforman esta novela sobre las experiencias de una mujer que, abocada a un divorcio involuntario, se ve sola y criando como madre soltera a su hija de tres años, viviendo al margen de lo tradicional en la rígida sociedad japonesa de los años 70.

La luz, igual que la experiencia de la protagonista, no es una constante fija, sino que se va modulando a lo largo de los capítulos: nos encontramos con escenas de luz que bañan el reflejo del agua, y otras que en las que este elemento desaparece y la oscuridad llena con pesimismo y melancolía el ánimo de esta madre sin nombre.

Territorio de luz

Ficha técnica:

Territorio de luz
de Yuko Tsushima
Traducido por
Tana Oshima
Editado por Impedimenta

Todo lo que esperaríamos de una obra de la literatura japonesa está en esta novela: con una escritura sencilla y elegante, Yuko Tsushima nos demuestra que no hay que caer en un lenguaje complejo para crear belleza con las palabras. Además de la luz, otros elementos naturales —como el agua, las dunas, el fuego— están presentes para dar estabilidad a los cambios que madre e hija sufren tras el abandono del padre.

A pesar de haber estado escrita a finales de los 70, el sentido y las palabras de Tsushima encajan en la actualidad, como uno de los perfiles de nuevas maternidades que se están empezando a normalizar ahora, pero que como vemos, ya vienen de hace tiempo. Tal vez los estigmas de una mujer separada o de una madre soltera no sean tantos o tan grandes como hace medio siglo, pero todavía queda un gran camino por recorrer para normalizar todos los modelos de maternidad y de no maternidad.

 
 
 
 
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